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Mejillones al Mouclade


Una receta de mejillones de la tradición francesa, que siempre resulta agradable al paladar.

Ingredientes:
Pizca grande de hebras de azafrán.
1 cucharada de aceite de oliva
3 chalotas grandes, finamente picadas (escalónias)
1 diente de ajo machacado
200ml de vino blanco seco
1 kg de mejillones limpios, enjuagados bien y barbas eliminadas (deseche los que estén rajados o que no se cierren cuando se los golpee)
1 yema de huevo grande
1 cucharadita de harina
1 cucharadita de curry medio en polvo
Crema de soja 250ml
2 cucharadas de perejil plano fresco, picado aproximadamente

Instrucciones

Remoje las hebras de azafrán en 2 cucharadas de agua caliente hasta que esté listo para usar. 
Caliente el aceite en una cacerola grande con una tapa ajustada y cocine las chalotas y el ajo a fuego suave hasta que estén suaves pero sin color. 
Vierta el vino y deje hervir, luego cocine a fuego lento durante 3 minutos. 
Agregue los mejillones, cubra y cocine por 3-4 minutos. 
Compruebe que los mejillones estén abiertos, luego escúrralos en un colador sobre un tazón grande. Deseche los mejillones que aún estén cerrados.


Deje reposar el licor de mejillón durante 1 minuto, de modo que cualquier sedimento se hunda en el fondo del recipiente, luego viértalo con cuidado en la sartén dejando el sedimento atrás. 
Enjuague el recipiente, vierta los mejillones y cubra para mantenerlos calientes. 
Cocer a fuego lento el líquido de mejillón durante 8 minutos para reducir a la mitad.


Mezcle la yema de huevo, la harina y el curry en polvo en un tazón y mezcle gradualmente la crema de soja y el azafrán y su agua. 
Vierta la mezcla en la sartén con el líquido de mejillón, revuelva y ponga a fuego lento. Agregue los mejillones y revuelva para combinar. 
Agregue el perejil picado. Servir en tazones de sopa con trozos de pan crujiente fresco.





Los dátiles de mar















Los dátiles de mar (Lithophaga lithophaga)  son una especie de  mejillón que fabrica un orificio en roca calcárea para permanecer en su interior, protegido de los depredadores.















Esta extraña especie segrega un ácido con el que disuelve la roca, a medida que introduce su cuerpo, amoldando el habitáculo a sus dimensiones, de tal forma que se encierra en su interior sin posibilidad de salir de él, para poder sacarlo hay que romper la roca, por eso su captura se convierte en un atentado ecológico, ya que hay que destruir su entorno, generalmente plagado de otras especies.

Esta especie se cría en las costas del Adriático y en algunas zonas del Atlántico europeo, no cuenta con una protección adecuada, a pesar de las leyes que las protegen y es víctima de una persecución implacable a manos de los furtivos y de los aficionados. (ver enlace)















Dicen que su sabor es más delicioso que el del mejillón y su concha es del color del dátil maduro, de ahí su nombre.















En cualquier caso, recuerde que si llega a comer este bivalvo, se trata de una especie obtenida a costa de haber destruido  buena parte del fondo marino y numerosas especies de su entorno.

Percebes

Los percebes, se crían en las rompientes, donde la mar se vuelve brava y furiosa, en las grietas, en los escondrijos de las piedras, allí donde alcanzarlos se convierte en difícil y arriesgada aventura para el hombre.

Por eso los percebes, desde tiempos inmemoriales, han tenido la consideración de "presas" de gran valor y se cotizan por lo alto en los mercados. De su delicioso sabor dan cuenta todos aquellos y aquellas que los han degustado, no sin olvidar su historia, ya que en tiempos se cultivó la leyenda de que estos frutos del mar eran el origen de los ansares, patos y sus congéneres, debido a que albergan en su interior un especie de lenguas en forma de plumas, que despliegan cual alas para obtener su alimento.

El hecho de ser una especie hermafrodita, aumenta su misterioso encanto y se le atribuyen ocultos poderes afrodisíacos.

Sea como sea los percebes son un delicioso bocado que satisface al paladar más exigente.